Atkins es la más famosa de estas dietas que
resultan ser un peligro para quienes la siguen.
Un aporte excesivo de proteínas
pero insuficiente de hidratos de carbono puede
ocasionar descalcificación ósea y daños
renales por exceso de nitrógeno acumulado en la sangre.
También pueden causar fatiga y mareos por falta de
hidratos de carbono, ya que la glucosa, un
sustrato deficiente en estas dietas, es la fuente de
energía preferida por el organismo. Además, estos
regímenes provocan a una gran pérdida de
líquido y electrolitos — lo que favorece la
deshidratación — y elevan los niveles de colesterol y
triglicéridos, factores de riesgo
cardiovascular.
Por si todo lo anterior fuera poco, aumentan los niveles
de ácido úrico y pueden provocar ataques de gota en
personas con hiperuricemia (niveles de ácido úrico
alto). A corto y medio plazo se pierde proteína muscular e
incluso proteína visceral, ya que el organismo la emplea
como fuente de energía. Con el tiempo, la
falta de hidratos de carbono produce un exceso de acetona y otros
cuerpos cetónicos en el organismo (cetosis), ya que el
organismo se adapta a la situación y utiliza las grasas como
sustrato energético, con el fin de preservar la
degradación de proteína muscular y
visceral.
- Dietas ricas en grasa y
colesterol: Este tipo de dietas, son una
extensión de las dietas discutidas previamente, y
constituyen una de las formas más peligrosas y
desarrolladas en el tratamiento de la obesidad. Se
basan en una reducción casi total en la ingesta de
hidratos de carbono, que se sustituyen por grasas.
Algunos de los modelos
dietéticos pueden proporcionar hasta 1.500 mg de
colesterol al día, además de grasa saturada, a
pesar de que quienes recomiendan este tipo de dieta pasan por
alto su elevado aporte graso. Al aumentar los niveles de
colesterol y de triglicéridos en la sangre, aumenta el
riesgo de enfermedad cardiovascular.
Por su desequilibrio nutricional provocan una
disminución de las reservas de glucógeno
(sustancia de reserva que una vez utilizada por el organismo se
transforma en glucosa), y del agua ligada
a él, lo que provoca una pérdida de peso
rápida que se recupera cuando se vuelven a ingerir
alimentos
ricos en hidratos de carbono.
Ejemplos: Dieta de Pemmington, la revolución
dietética del Dr. Atkins, combinaciones alimentarias del
Dr. Shelton, dieta disociada de Montignac, dieta Scardale, dieta
Mayo, dieta Messini — y cualquier modalidad de dieta
hiperproteica.
- Regímenes sin
grasa: No permiten tomar aceites,
mantequilla, margarina ni cualquier otro tipo de grasa.
Siguiendo estas dietas hay riesgo de carencia de ácidos
grasos esenciales y vitaminas
liposolubles (A, D, E, K).
Ejemplos: Dieta desintoxicante, sirope de salvia, del
pomelo, ayuno total-parcial, dieta de 1.000 calorías, dieta de Hauser, dieta
anticelulítica, de la pasta, dieta de la papa, vegetariana
estricta, y más.
- Otras dietas:
consisten en consumir una gran cantidad de un
determinado alimento. Son aburridas y nada atrayentes,
además de desequilibradas nutricionalmente y sin base
científica, y que además pueden producir
trastornos digestivos y psíquicos, ya que rompen el
ritmo alimentario normal.
Ejemplo: Toronjas: lunes arroz, martes carne,
miércoles huevos…, y similares.
Peligros para la
salud
El principal riesgo de estas dietas reside en la
inadecuada manera en la que se pierde peso con ellas,
consecuencia bien de una reducción importante de las
calorías ingeridas o bien de desequilibrios
orgánicos que se originan al emplear alimentos en cantidad
y calidad
inadecuada.
Es decir, se adelgaza a expensas de perder
líquidos, electrolitos, en menor proporción
reservas de proteínas — músculo principalmente
— y todavía en un menor porcentaje grasa, que es lo que
realmente interesa perder.
La dieta de Atkins… receta para
el desastre…
La gran aceptación de estas dietas radica en que,
aun sin fundamento nutricional, permiten perder peso más o
menos rápidamente a costa de ingerir menos
calorías, por lo que en poco tiempo "convencen" a quien
las realizan de continuar con ellas.
No obstante, resultan del todo inadecuadas para lograr
pérdidas de peso sostenidas, ya que además de
peligrosas para la salud, no enseñan a adquirir
hábitos alimentarios correctos ni garantizan que se
mantendrá a largo plazo la pérdida de
peso.
En
resumen
El perder de peso es como aprender otro idioma: es
difícil, envuelto, demanda
persistencia, motivación, asiduidad, y deseo. Aprender
otro idioma no es para todos, porque implica un cambio, un
cometido y un ajuste de vida. El perder de peso es igual y
asimismo difícil.
El deseo de lograr lo que uno anhela en la vida, a
menudo se pierde cuando se confronta el esfuerzo involucrado. Por
esa misma razón, nadie realmente le dedica el esfuerzo
requerido a superarse o a ser mejor — basta con decir que se va
a hacer y eso basta.
Aquí ofrecemos estas pautas a nuestros lectores,
entendiendo bien que para poner este conocimiento
en perspectiva se requiere un deseo que trasciende el deseo,
simplemente, de no ser gordo y en su lugar abandonar el camino
que nos señala el contagioso ritmo de la Bamba: "y arriba
y arriba y arriba iré…"
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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